Subíria, una vez fue una ciudad, llena de escaleras de todo tipo.
En Subíria, cuya capital era Subí, convivían escaleras caracol, escaleras de mármol con barandas de oro macizo, escaleras viejas de cemento armado y escalones desprolijos, escaleras de hierro con coquetos escalones de maderas barnizadas. En fin, en Subíria las escaleras convivían, sin peleas sin disturbios y en una supuesta paz por años ininterrumpidas, por años absurda.
Pero lo que le faltaba a Subíria, una ciudad de escaleras, era un sentido. Hasta que un día un extraño apareció. Se paseo durante un tiempo por las escaleras imaginando, pensando que harían esas escaleras allí, observando y eliminándolas a todas una por una, sin mostrar interés ni en las mas lujosas ni en las desgastadas, feas o ya viejas.
En cuanto se canso de deambular por la ciudad, subió la escalera mas corriente de todas, esa de madera que todo pintor tiene llena de manchones. Quizás fuera la menos atractiva y quizás fuera también la mas atacada por el tiempo. En Subíria nunca se supo bien porque, aquel hombre, eligió esa escalera y no otra mas cómoda para su ascenso.
El forastero subió con gran esfuerzo y sin cautela por los escalones crujientes. Él subió. Y el resto de las escaleras de la ciudad lo vieron subir. Envidiosas, fastidiadas, enojadas. El forastero se elevó y el resto de las habitantes de Subíria se quedaron mirando hasta que el extraño desapareció en el cielo, allá donde desaparecía también la escalera del pintor.
Esperaron inútilmente la bajada del extranjero y al ver que este no bajaba empezaron a desaparecer de la ciudad. Así como fueron examinadas por el visitante fueron borrándose del mapa de la ciudad, sin dejar rastros siquiera, de la existencia de la ciudad. Subíria, antes llena de diversos brillos, texturas, colores, tamaños y formas se fue convirtiendo en un paraje en medio de la nada. Subíria desapareció.
Pero la escalera de pintor se quedó en su lugar, orgullosa, erguida. Feliz allí esperando que alguna vez baje su forastero, o simplemente ahí como testimonio de aquel que alguna vez subió. Ella tuvo un sentido.
Punto para la improvisacion, muy bueno querido, suertecita con el blog :)
ResponderEliminarSubiría, condicional. Condicional q muchos ponemos, tenenmso todo, de todo y no probamos, ni investigamos, ni nos animamos a ser. Tal está todo.
ResponderEliminarVemos q otro se atreve a... y eso no nos moviliza nos aterra y huimos. O tomamos la escalera de lo superficial y no la esencial.
a veces subir es dificl, requiere arriesgarse, jugarse para salir del llano. y salir del llano implica q los demás te miren mal y quizas te dejen solo, y lo q creias ser tu ciudad o mundo no lo sea. Pero x algo el forastero no bajó, el llano no era lo suyo, lo superficial tampoco.
Sr. autor sea ese forastero q lo q lo espera arriba es donde usted debe estar.
Karina