viernes, 29 de julio de 2011

Jam(ó)n y Queso

Agarra una baldosa. Una Cualquiera. La va a colocar en el piso. Él es albañil desde que las baldosas son cuadradas. La coloca de forma perfecta. Se dirige a la caja de baldosas. Agarra otra baldosa. Otra cualquiera. También la va a colocar en el piso. Él es albañil desde que las baldosas son baldosas. La coloca junto a la anterior de forma perfecta. Se Dirige a la caja de baldosas. Agarra otra baldosa. Al agarrarla la baldosa se parte al medio, justo por el medio, esta baldosa no esta fría. Separa las mitades y descubre el contenido cuando pequeños hálitos (wow! hálitos) de queso derretido empiezan a estirarse entre las mitades. Jamón y Queso, que suerte porque de humita no le gustan. Él es albañil desde que las baldosas son de Jamón y Queso. La coloca de forma perfecta en la mesa para el almuerzo, para el cual todavía falta un rato. Se dirige a la caja de baldosas. Agarra otra baldosa. Otra cualquiera. La va a colocar en el piso. Él es albañil desde que le dijeron que debía colocar baldosas en ese piso, por lo tanto le traen baldosas cuadradas, baldosas baldosas, baldosas de Jamón y Queso para el almuerzo y baldosas para ese piso que lo hace albañil.

jueves, 28 de julio de 2011

Tierra Esploteó

Era de nomaña cuando la brilusca moneda empezó a fundetirse en el horilinealzonte. Pequeñas gotas metalonceas caían sobre el populeta. El día briluscaba sonámbulo a la luz metaloncea fundetida de la moneda.

Cuando la noscura empezó a finiscatarse, la intergalactica celebesta murió junto con ella. Todas las peroples de todos los munplas de todas las galactitas, regresaron a sus mundinidos, tristes, sin dientesenlacara, algunos llorando. Y así el monédia nació mientras noscura moría a ambos lados del horilinealzonte.

A todo esto, Ventilorio, la luna del munpla tierra en ese tiempacio, brillaba indemne, impornulante a la horrible situación. Microondeandose a cada segundo, Ventilorio a punto de esplotear, amenazaba al munpla tierra de un himpresiorrible y angustioso final. El techielo de la tierra tinturado de colores metalonceos violentaceos mezclados con amarrillos y rojizos. Reflejaba el techielo, el apocaliptico devenfuro del planeta.

Las peroples del planeta, januncamas entendieron lo que paso, fue el día que el munpla tierra esploteó.

lunes, 25 de julio de 2011

Arlos (Subíria II)

Llega un momento en que la gente conoce su extremo. Esta es la historia de una persona que, como pocas personas, conoció su extremo.

Cuando Arlos aprendió que no tenia que borrar, conoció su extremo. Lleno vidas vacías de magníficos caleidoscopios, visores de almas llenos de colores, sabores, texturas, aromas y hedores de vidas ajenas pero de almas propias que pasaron o pasarán pero que, como sea allí estaban.

Aquello que el caleidoscopio mostrara sería siempre diferente, original, fresco, nuevo. No importaba ya, que tipo de elevación inconsciente fuera descargada en el papel ya sea en forma de dibujo, texto o mezcla de ambos. Arlos descubrió que su mente muchas veces calculadora, fría, casi matemática, podía llevar la nada a una nada llena de todo.

Con el tiempo descubrió que podía crear, mundos paralelos al "real", con personajes tan imperfectos como su parte no consciente lo permitiera. Que para volar no necesitaba alas, necesitaba una mente y la voluntad de silenciar esa obsoleta rigidez que te impone el consenso, la consciencia, el mundo "real". El Mundo Izquierdo Del Cerebro Y La Vida.

Real, y laputamadre (gracias). Claro que no hay nada mas "real" que una función cuadrática o una asíntota. De alguna forma y del sentido mas trágico nos enseñan con el ejemplo de lo que no hay que hacer, llegar al final, nunca hay que llegar al final y Arlos jamas llego.

Corrió su extremo por fantasías inimaginables con incalculable avidez. Pudo tejer historias del mas allá, y pudo también ser  testigo y autor de relatos del mas acá, pero nunca se quedo donde estaba.

En el punto en el cual Arlos termino por aburrirse de los caleidoscopios, empezó a experimentar con la alquimia solo que su piedra filosofal, fue el amor.

Mezcló, fundió, quemó, calentó y recalentó, sumergió, reahogó y trituró los doscientoveinticuatromilveintiocho elementos de las tablas periódicas de la galaxia, para descubrir, al fin y al cabo, que la mecha que encendiera por fin la llama del freezer de su pecho no era otra cosa que el contacto de su hemisferio izquierdo con ese par de ojos violetas, que nacían todas las mañanas en el jardín de su casa en la Ciudad De Las Nubes, donde solo se accedía mediante una escalera de pintor, vieja y destruida, situada en el medio de un desierto que nadie jamás exploró.

sábado, 23 de julio de 2011

Delirios, Aquí y Ahora

Confieso que soy adicto
  
a decir verdades hiperrealistas
a mentirle a la gente que no se lo merece
a tener personalidades múltiples

a ser neurótico y ezquizofrenico (NO me importa realmente que a usted le interese que yo rompa una regla de vez en cuando)
a inventar historias verosímiles sin sustento en ninguna realidad aparente
a correr

a bucear en la mente de los demás
a ejercer mi derecho de ser un loco mas en un mundo de cuerdos y cuerdas
a perder el sentido por el sentido
a ser excéntrico
a correrme del centro
a desafiar teorías comprobados mediante la imposición de tesis paralelas poco extrapolables al mundo medianamente real, si es que puedo usar la palabra real en este contexto de virtualidad excesiva
a asustar a la gente que no me conoce usando palabras que quizás solo yo entienda
a mentirle a la gente se merece que le mientan por mentirosa, por cobarde, por destructora, por hipócrita, por idiota, por demasiado cuerda, por poco absurda, por idiota, por destructora, por caretas
a tirar tu mundo de bolitas de papel al tacho de basura
a no medir las consecuencias de mis actos
a no entender el alcance de mis actos
a no captar correctamente la relación entre mis actos y mi "aquí y ahora"


a sonreír maliciosamente ante la desgracia ajena
a que la gente me lea por mas de que no le interese nada lo que tenga para decir pero leeme



a brillar
soy adicto a brillar
confieso que soy adicto a brillar

jueves, 21 de julio de 2011

Desde la cama I

5 vueltas carnero
80 vidas ideales dibujadas en el techo
300 son las tablitas de madera
4 son las vigas de mi cielo
4 ya son las horas de insomnio
5 los renglones ya escritos
Interminable el odio a esta cama

Imposible es determinar la mezcla de sentimientos.
Sentimientos, al lavarropas y a girar, que el insomnio hay que lavar, es imposible protestar, no te podes quejar, contra su poder no podes reclamar, única salida imaginar, y si de verdad pensás escapar, acabaras por tu empresa resignar.

Podes levantarte y empezar a hacer pozos en el jardín. Como hizo un loco amigo mio. A medida que acumules noches de insomnio capaz llegas a la China, lo cual significaría que nunca mas tendrías que dormir. Cuando acá sea de noche te cruzas a oriente, cuando en oriente sea de noche te cruzas a la Argentina.

Te voy a contar la historia de este loco amigo mio. El loco del sueño.

Por el barrio se cuenta que después de su paso por el manicomio a causa de los pozos en el jardín, el loco del sueño (así le decían las viejas chusmas) empezó a caminar por las calles de noche, patrullando en busca de aventuras y sonando su cuello a causa de las contracturas producto del horripilante y espantoso fantasma del insomnio. La verdad es que nadie lo vio nunca por las noches, pero si es cierto que todas las mañanas el loco del sueño estaba parado contra el árbol de la esquina fumándose un pucho eterno.

Le ardían los ojos al parpadear. De vez en cuando le caía una lágrima de bostezo, mezcla de bronca, falta de sueño y mucho tiempo con los ojos abiertos.

Durante años el loco y su locura compartieron el árbol con el pucho. A algunos le causaba miedo y a otro gracia pero la verdad es que cuando al loco se lo trago la tierra, o la noche para ser mas exactos, ese árbol de la esquina que patrulla el barrio también murió. De un día para el otro el árbol y el loco desaparecieron del barrio.

Al loco lo enterraron en la plaza, porque eso se hace con la gente que muere de loca y sin haber dormido nunca. En cambio el árbol se torno de un color del todo gris y nunca mas tuvo una hoja. Si, murieron los dos como los finales tristes de las películas que nunca vi. Y ahí en la esquina quedo el árbol para hacernos acordar del loco siempre que pasemos por ahí.

La señora de ruleros, la mas chusma y despreciable vieja del barrio, era la supuesta dueña del árbol (eso dijeron los papeles, aunque el verdadero dueño siempre fue y sera el loco) y decidió tirar abajo el monumento gris al loco y en su lugar poner una planta nueva. Con los años, en el lugar del viejo árbol, creció uno nuevo.

Es motivo de discusión, hasta hoy, porque el nuevo árbol también es gris y porque de su tronco parece que se desprende la figura de un hombre. Como si el loco siguiera apoyado contra el árbol, pero esta vez el loco fuera parte del mismo. Algunos atribuyen el extraño color del nuevo árbol a las cenizas eternas que desprendía el eterno pucho del loco, que fueron a caer sobre la tierra del viejo,que ya son la esencia de la locura del insomnio.

Y hoy te mira desde la esquina, gris ceniza de pucho, mirándote desde donde lo mires, patrullando el barrio, queriendo dormir. El loco del sueño.

martes, 19 de julio de 2011

Llena de ventana

La lluvia llena de ventana. La ventana llena de mi. la nariz pegada al frió vidrio. La nariz queriendo tocar cada gota. El viento pegándole fuerte a cada hoja, sonando en cada rincón, en cada ladrillo, en cada centímetro de la casa.

La energía que desprende la lluvia con su caer, la armonía de un desfallecer de pequeñas cosas que caen porque no hay otra cosa que hacer que no sea caer, como fin ultimo de todas las cosas, caer.
Y cuando el sol se filtra entre las densas grises nubes, es vuelto a ocultar rápidamente dejando nulo lugar a la luz.

Del cemento de la calle, frió de luz, frió de agua, frió de gente al calor de una pieza inundada de sensaciones, de palabras, de cosas que no se dicen y que solamente se sienten, se escriben. Porque no hay sábana, calefactor, radiador, que irradie mas calor que las palabras.

En cada pensamiento me hago lluvia. En cada gota estamos todos. En cada pensamiento que cae en la nada o que cae en un párrafo somos lluvia cayendo de allá arriba, donde todos decimos queremos llegar, pero de donde todos caemos.

Abrir la puerta y salir a jugar aunque nos cueste el agua de lluvia. Abrir la puerta y salir a descubrir a todo el mundo golpeándonos en la frente, en la cabeza, saltando desde el piso en cada nuevo paso. Encontrar el todo en la nada y la nada en el todo.Chapotear en charcos llenos y vueltos a llenar de vida estancada en la calle. Pisar el charco y mojarnos los zapatos de aventuras de los demás.

lunes, 18 de julio de 2011

Xilofón Volando

Un xilofón volando que no sabe donde vuela, que recorre escalas paseándose entre octavas e intervalos, que busca un destino casi cierto mientras juega a la disonancia corriendo consonancias. Transitando todos los matices tablita tras tablita de la felicidad, la alegría, la angustia, la melancolía.

Un xilofón sin rumbo ni instrumentista con algunas tablitas rotas y otras tantas por romperse, en la delgada linea entre el desuso y la negligencia. Que quiere rescatar su música de lo mas profundo de una cadencia que lleva a la angustiante nada, una constante tensión que, sin resolución, lleva a un histrionismo vacío de algún contenido. Cubierto de polvo.

Un xilofón errante que perdió el DO que viene después de todo SI. SemiTensión, Tensión... Silencio.

Xilofón, do re mi
Xilofón, abandonado al fondo de la cámara
Xilofón, tremenda orquesta lo rodea
Xilofón, vuela, hace trum.

domingo, 17 de julio de 2011

Si improviso...

escribiendo como si improvisaría como con una moneda.


Todo sería más redondo, todo encontraría su final en el mismo lugar en donde todo empezó.
Escribiría para subirme al colectivo, ya que mis textos valdrían diez, veinticinco, cincuenta centavos y serian de curso legal.

Cada persona tendrían textos mios, chiquitos o grandes, plateados o dorados en sus billeteras. Al igual que los mendigos pedirían mis limosnosos párrafos, tirados en la calle y serían depositados en sucios vasos de telgopor o en ruidosas latas roídas por el óxido.

Y mi madre y las madres de todos perderían mis palabras en el fondo de sus carteras. Y ahí yacerían olvidados, sin ser leídos hasta que alguien los necesite para llegar al peso.

Existirían también quienes coleccionen mis letras, cual si fueran rarezas y de forma enciclopédica, y las organizarían en folios, para mostrarlas orgullosos a sus amigos y familiares. Lo cual para algunos debe ser una pérdida de tiempo pero para todos existen los motivos.

viernes, 15 de julio de 2011

Subíria

Subíria, una vez fue una ciudad, llena de escaleras de todo tipo.

En Subíria, cuya capital era Subí, convivían escaleras caracol, escaleras de mármol con barandas de oro macizo, escaleras viejas de cemento armado y escalones desprolijos, escaleras de hierro con coquetos escalones de maderas barnizadas. En fin, en Subíria las escaleras convivían, sin peleas sin disturbios y en una supuesta paz por años ininterrumpidas, por años absurda.

Pero lo que le faltaba a Subíria, una ciudad de escaleras, era un sentido. Hasta que un día un extraño apareció. Se paseo durante un tiempo por las escaleras imaginando, pensando que harían esas escaleras allí, observando y eliminándolas a todas una por una, sin mostrar interés ni en las mas lujosas ni en las desgastadas, feas o ya viejas.

En cuanto se canso de deambular por la ciudad, subió la escalera mas corriente de todas, esa de madera que todo pintor tiene llena de manchones. Quizás fuera la menos atractiva y quizás fuera también la mas atacada por el tiempo. En Subíria nunca se supo bien porque, aquel hombre, eligió esa escalera y no otra mas cómoda para su ascenso.

El forastero subió con gran esfuerzo y sin cautela por los escalones crujientes. Él subió. Y el resto de las escaleras de la ciudad lo vieron subir. Envidiosas, fastidiadas, enojadas. El forastero se elevó y el resto de las habitantes de Subíria se quedaron mirando hasta que el extraño desapareció en el cielo, allá donde desaparecía también la escalera del pintor.

Esperaron inútilmente la bajada del extranjero y al ver que este no bajaba empezaron a desaparecer de la ciudad. Así como fueron examinadas por el visitante fueron borrándose del mapa de la ciudad, sin dejar rastros siquiera, de la existencia de la ciudad. Subíria, antes llena de diversos brillos, texturas, colores, tamaños y formas se fue convirtiendo en un paraje en medio de la nada. Subíria desapareció.
 
Pero la escalera de pintor se quedó en su lugar, orgullosa, erguida. Feliz allí esperando que alguna vez baje su forastero, o simplemente ahí como testimonio de aquel que alguna vez subió. Ella tuvo un sentido.